viernes, 9 de octubre de 2020

Árbol Carnívoro

  24 de abril de 1874,  el diario New York World publicó un impactante artículo, firmado por un tal Edmund Spencer, en el que se narraba una historia asombrosa. Tanto llamó la atención que un par de días después el periódico lo volvió a sacar en su edición semanal y más tarde se hicieron eco también otros medios mundiales, algunos de las Antípodas como el South Australian Register. Narraba el espeluznante sacrificio ritual que una tribu de Madagascar, la Mkodo, realizaba a un árbol carnívoro, una planta dotada de una especie de tentáculos móviles con los que envolvía a sus presas inmovilizándolas por cuello y brazos, apretando «con la cruel rapidez y tenacidad salvaje de las anacondas», para a continuación devorarlas.

El relato pretendía ser la transcripción de una carta enviada por un explorador alemán llamado Karl Liche y su compañero Hendrick, que habrían tenido ocasión de asistir personalmente a una de esas ceremonias atávicas, en la que se ofreció en holocausto a una mujer. La historia nos suena hoy bastante disparatada, casi grotesca y más propia de una película fantástica de serie B, pero en la segunda mitad del siglo XIX el África negra todavía era un continente semidesconocido capaz de exaltar la imaginación de cualquiera; por ejemplo, el lago Victoria como fuente principal del Nilo no se confirmó hasta tres años antes del artículo, durante la expedición de Henry Morton Stanley en busca del desaparecido David Livingstone.





Cinco años después, en 1892, el doctor Andrew Wilson reseñaba en el periódico Illustrated London News el presunto descubrimiento de una nueva especie vegetal en un pantano de Nicaragua que confirmaba una noticia similar en la Sierra Madre mexicana: un árbol cuyas raíces habían atrapado al perro del naturalista, un tal Dunstan, a quien costó mucho liberar a su mascota y cuando lo hizo descubrió que la planta había drenado buena parte de la sangre del animal. Los nativos la llamaban la Trampa del Diablo, añadía otro artículo, éste del Review of Reviews y firmado por su editor William Thomas Stead, que remitía a un original de Lucifer (la revista creada por la famosa médium Helena Blavatsky). 


Hay más leyendas americanas de plantas carnívoras por el estilo, caso del Árbol Diablo brasileño, el Jujuy del que se hablaba en Bolivia y Paraguay, la Trampa de Mono amazónica… De allí se puede saltar a otros continentes para ver la Flor de la Muerte, sobre la que corrían rumores en el Pacífico Sur, o un árbol filipino que se alimenta de animales -humanos incluidos si se ponen a tiro- a los que atrapa y aplasta con unos zarcillos espinosos. Es conocido con el nombre de Duñak y el mundo científico cree que lo más probable, dadas las similitudes en la técnica de caza, es que el mito naciera de ver a las serpientes pitón en acción.


En 1955 el alemán Willy Otto Oskar Ley refutó como fraude la historia de Karl Liche, su árbol antropófago y el sacrificio Mkode en su obra Salamanders and other wonders.



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